Quedó develada la variación del IPC del mes de julio (7,4%), la cual sorprendió porque las mediciones del sector privado arrojaban un porcentaje más próximo al 8%. No obstante, es un dato muy malo para la economía.
A comienzos del mes de marzo pasado, el gobierno había anunciado una «guerra contra la inflación». Es claro que no pudo o no supo cómo doblegar el alza de los precios.
El núcleo del problema es que las perspectivas no son alentadoras porque sigue la emisión de dinero, la baja de reservas internacionales y la inercia de la inflación. Mientras, el poder adquisitivo se licua estrepitosamente.
Hubo tres ministros en julio, pero sigue sin aparecer un plan de estabilización concreto. Muchos anuncios, pocas medidas.