imagen que muestra unas manos sobre un plato vacío de comida que ilustra el indice de pobreza

El dato de la pobreza: el mejor reflejo de la calidad de la política económica

Por estos días, la política económica sólo tiene puestos los objetivos en evitar un agravamiento de la situación de pobreza antes de las PASO.

La semana que pasó dejó el dato fundamental para evaluar una política económica: el nivel de pobreza. En promedio, en Argentina, alrededor del 40% de la población vive en situación de pobreza (unos 19 millones de personas) y un 8% se ubica por debajo de la línea de la indigencia (unos 4 millones de personas).

El INDEC informó que la pobreza afecta más al grupo etario comprendido entre 30 y 64 años, con un nivel del 37,8%, y entre los recién nacidos y adolescentes de hasta 14 años, con el 31,7%. Algo similar ocurre con los indigentes, donde los mayores de entre 30 y 64 años explican el 36,7% de los comprendidos dentro del índice de pobreza.

Este aumento en la tasa de pobreza se dio en medio de una inflación del 94,8% en 2022, con un crecimiento del 5,1% de la economía, y una tasa de desocupación que bajó del 7%  al 6,3% entre finales del 2021 y 2022.

Pobreza desigual en Argentina

Por regiones, las provincias del Noroeste y del Noreste encabezaron la tabla del índice de pobreza con porcentajes del 43,6% y 43,1%, respectivamente. En orden decreciente se ubicaron luego las provincias de la región Cuyo, con el 39,6%; el Área Metropolitana Buenos Aires -Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense-, con el 39,5%; la zona Pampeana, con el 36,3%; y la Patagonia, con el 34,7%.

Un dato contrastante en la región del AMBA o Gran Buenos Aires fue que el índice de pobreza en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue de 16,1% en el segundo semestre de 2022, mientras que en lo partidos del conurbano bonaerense se ubicó el 45%.

Por ciudades, el mayor porcentaje de índice de pobreza se registró en Concordia, Entre Ríos, con el 55,2%; seguido por Resistencia, Chaco, con el 54%; Santiago del Estero, con el 46,5%; San Luis y Corriente, ambas con el 45,2%. En lo que respecta al nivel de indigencia, el mayor número correspondió a Resistencia, con el 14,4%; seguida por Formosa y Santa Rosa, La Pampa, ambas con el 13,2%; y Concordia, con el 11,1%.

El análisis detrás de los números

Estas estadísticas reflejan la mala calidad de la política económica. Los despiadados números no son sorprendentes en un país que en las primeras décadas del siglo pasado se encontraba entre las principales economías mundiales, pero que en los últimos setenta años ha perdido el rumbo del crecimiento sostenido. Debido a una tasa de inflación altísima, inestabilidad macroeconómica, falta de seguridad jurídica y un clima de negocios poco favorable, la economía argentina no logra alcanzar niveles más altos de prosperidad, equidad social y oportunidades.

En los últimos años se transformó en una economía muy poco atractiva para la inversión, el sector público fue creciendo a tasas muy elevadas hasta que llegó a una situación que no puede financiarse. Es así como la economía argentina perdió credibilidad, no sólo en el plano internacional, sino también nacional.

Luego de la crisis del 2001, cuando se produjo la ruptura del régimen de la convertibilidad, el entonces presidente Eduardo Duhalde implementó los denominados planes sociales para evitar una fractura social. Pero, desde hace 20 años, no sólo creció el asistencialismo del Estado, sino que se institucionalizó. Esta situación devino en un problema cultural profundo resintiendo, precisamente, la cultura del trabajo.

En los últimos años la política económica profundizó los desequilibrios económicos. Si bien la gestión actual aduce los problemas a la pandemia por el COVID-19 y luego la guerra entre Rusia y Ucrania, la concreto es que no hubo en ningún momento un programa de estabilización y crecimiento que empiece a revertir la situación. Por estos días la política económica sólo tiene puestos los objetivos en evitar un agravamiento de la situación previo a las PASO, es decir, mirando la agenda política, mientras la economía no deja de fabricar pobreza.

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