Con un marco de cierta estabilidad financiera (dólar, tasas, riesgo país), las expectativas se centran en cómo sigue la economía tras las elecciones. Escenarios, supuestos, proyecciones. Pero, en el medio, falta determinar el resultado de las elecciones. Como Alberto Fernández fue el candidato más votado en las PASO de mediados de agosto pasado, las especulaciones pasan por dilucidar qué planes tiene el candidato para superar la crisis y recuperar la economía. Pero, por más escenarios que se quieran proyectar, lo concreto es que no hay nada claro. Habló de reestructura la deuda siguiendo el proceso que siguió Uruguay en el 2002/03. Es decir, alargar los plazos de la deuda, sin quita de capital ni de intereses. Acuerdo de precios y salarios por seis meses, y no más que alguna que otra pista. Sucede que no tiene demasiadas claras las ideas, ni el rumbo. Primero se enfocará en ratificar la elección de agosto, en todo caso. Sin embargo, los agentes económicos necesitan saber qué puede venir.
Desde el oficialismo, se procuró destrabar el tramo pendiente de U$S5.400 que el FMI debe desembolsar fruto del acuerdo firmado el año pasado con Argentina. Pero, si bien se mantuvieron reuniones, no hubo señales claras de que sea inminente. Todo hace suponer que el FMI espera el resultado de las elecciones. Mientras, las reservas internaciones continúan reduciéndose. Todavía hay oxígeno para evitar un estrangulamiento en el mercado cambiario, por lo menos hasta fines de octubre. ¿Qué ideas tiene el gobierno con respecto a la economía que diseña, en el caso de que las urnas le renueven el mandato?. Tampoco luce nada claro.
La que viene a partir del 10 de diciembre, gane quién gane, es reestructuración de la deuda para evitar una cesación de pagos lisa y llana, eso necesariamente implica más austeridad. Porque a cuatro años de haber salido del default del 2001, hay que tener presente que se terminó la novela con los fondos buitre en diciembre del 2015, Argentina vuelve a tener problemas con la sostenibilidad de la deuda. Pero, paradójicamente, el problema no es la deuda en si, sino que se trata de una economía que hace una década está estancada. Y el panorama no es muy benévolo: la oposición que, al parecer tiene más chances de ganar las elecciones, gobernó hasta el 2015 dejando la economía en recesión. La clave estará, no en lo que hay que hacer con la economía, sino en si se cuidan o no las instituciones republicanas. Si Argentina, vuelve a maltratar la República, no habrá ningún plan económico capaz de generar riqueza, que es lo que se necesita.