Si hay algo que empieza a ser muy claro, en medio de la incertidumbre mundial por la pandemia, es que la economía argentina no sólo no tiene un plan de estabilización y crecimiento, sino que por mucho tiempo no lo tendrá. ¿La razón? No es prioridad del gobierno.
La decisión de arrebatar para el Estado la empresa Vicentin, una compañía con 90 años de trayectoria, con un argumento muy débil como el de la “soberanía alimentaria” da cuenta, que el gobierno empieza a enviar claras señales de cuál es el rumbo de la economía. Si el sector exportador es reticente a liquidar dólares, el gobierno expropiará una de las empresas líderes, aún con demasiadas dudas legales. Si sobrevienen juicios, más adelante se verá. Tal lo ocurrido con la expropiación de la empresa YPF en el año 2012.
El episodio de Vicentin dejó entrever las cartas del gobierno. A seis meses de asumir, no logró reestructurar la deuda y la pandemia fue el escudo perfecto para seguir dilatando definiciones económicas más robustas, como por ejemplo expliquen n qué consistía el slogan de campaña: “poner a la Argentina de pie”.
Con la incertidumbre asociada a la pandemia, la significativa emisión de moneda, la caída en picada de la actividad económica, la liberación de presos, la justicia anestesiada, el dólar empezó a subir con fuerza entre fines de abril y las primeras semanas de mayo. Se sabe que en la economía argentina, la suba del dólar implica inflación. Por ello, desde el Banco Central se fue profundizando el cepo cambiario, estableciendo más restricciones para acceder a los distintos tipos de dólares alternativos, con el contado con liquidación y el dólar bolsa.
Por otro lado, ya se convirtió en un clásico continuar postergando la fecha para presentar una nueva oferta a los bonistas buscando, según el gobierno, hacer que el acuerdo permita reestructurar la deuda para hacerla sostenible. La pregunta es: ¿sostenible en qué marco económico? Si la economía repite el desempeño de la última década, ningún acuerdo será sustentable, porque la economía no creció. Sin crecimiento cualquier compromiso se torna impagable.
La economía necesita imperiosamente destrabar un proceso de inversión, de lo contrario, no habrá crecimiento. Ahora, si el gobierno, continúa vulnerando el marco jurídico vigente y se debilitan más las instituciones, no hay forma de incrementar la tasa de inversión. Por lo tanto, habrá más problemas sociales y más resquebrajamiento del tejido productivo.
El caso de Vicentín puede ser un caso aislado, de una empresa sobreendeudada, que está en concurso preventivo y que desprolijamente un día el gobierno propone su expropiación y estatización. Sin embargo, cuando ese accionar está teñido de ideología, las dudas sobre el recorrido de la economía y la institucionalidad se exacerban. Por eso, la trilogía pandemia, deuda y Vicentin puede ser la puerta de a otro triste capítulo del estancamiento de la economía argentina.