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Mientras se agudiza la crisis, el gobierno no logra recuperar confianza

Las medidas para frenar el dólar no dieron los resultados esperados y la inflación continúa creciendo ¿Se viene la devaluación?

La crisis cambiaria por la que atraviesa la economía argentina es el reflejo de la falta de confianza en la política económica. El gobierno de Alberto Fernández asumió su gestión con el principal desafío de revertir dos años de recesión.

El primer paso fue impositivo: incrementó la carga para bienes personales y estableció el impuesto denominado Para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS) en la compra de dólares destinados al ahorro. Esto encareció la divisa estadounidense en la plaza formal y, a medida que se incrementaban las restricciones, se potenció el mercado informal. Las medidas, lejos de disuadir la compra de dólares, provocaron un efecto rebote: las personas y las empresas continuaron acumulando divisas, mientras el gobierno enfrentaba el principio de la pandemia y la reestructuración de la deuda.

La estrategia para enfrentar los efectos de la pandemia fue establecer un prolongado periodo de inactividad económica con el propósito de preparar al sistema de sanitario. Para evitar el colapso se continuó las negociaciones de un acuerdo por la deuda. Si bien se descontaba un acuerdo, porque nunca fue una alternativa caer en el default, Argentina fue cediendo ante los bonistas y terminó las negociaciones en valores muy cercanos a lo que originalmente pretendían los tenedores de bonos (comenzó con 55 dólares por cada lámina de 100 y se cerró en 54,80 por cada 100). Las reservas del Banco Central continuaron disminuyendo mes a mes y el gobierno suponía que, terminado el proceso de reestructuración de la deuda, regresaría la confianza, al tiempo que la pandemia iría cediendo y la economía empezaría a recuperarse. Sin embargo, en los primeros días de agosto, se alcanzó el acuerdo con los acreedores y el apetito por el dólar no disminuyó. De hecho, una vez anunciado el acuerdo por la deuda, el riesgo país incluso subió.

Bajo la lógica de los acontecimientos, surge con claridad que aunque los efectos negativos de la pandemia se extienden a nivel mundial, la economía argentina tiene un problema de base que es la credibilidad. El Presidente dijo que no cree en los planes económicos y eso es un error porque en una economía que está en una situación de elevada vulnerabilidad, precisamente, lo que se necesita es un proyecto, un horizonte más claro que permita reconstruir el tejido productivo y aliente la inversión propiciando un adecuado clima de negocios recreando los incentivos a ahorrar e invertir.

La inflación, que el mes pasado arrojó un incremento del 2,8%, y en los nueves meses que pasaron del corriente año acumula un 22%, es una de las más altas del mundo. Además, hay que tener en cuenta que ese porcentaje se da en un contexto de profunda recesión, tarifas congeladas y programas de precios cuidados a lo que se suma una elevada tasa de pobreza e indigencia.

Por estos días, el gobierno niega que vaya a devaluar el peso pero, por supuesto, se refiere a la cotización oficial. El mercado ya viene devaluando y por eso la brecha entre la cotización oficial e informal supera el 100%. Se evitará por todos los medios una devaluación, ya que implicaría acelerar la inflación y agravar el delicado cuadro social. Mientras tanto, las dudas persisten y, por ahora, un plan económico es sólo un anhelo.

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