Exposición que no estuvo a la altura de las expectativas. El ministro Martín Guzmán expuso en la Cámara de Diputados de la Nación sobre la reestructuración de la deuda. La exposición no fue relevante en términos de conocer cuál es el programa económico. En este sentido, trajo aparejado el debate, sobre si hay o no un plan económico cuyas metas sean, crecer, reducir la inflación, crear fuentes de empleo y atraer inversiones, entre otros aspectos. Sin embargo, no hubo nada en este sentido. ¿Hay o no un plan económico? La respuesta es afirmativa. Plan hay. No está explicitado. No hay metas cuantitativas en relación a, cuánto puede crecer la economía, cuánto puede ser la inflación, el resultado de las cuentas públicas, etc.
Entonces, ¿cuál es el plan, la lógica económica que lleva adelante el gobierno? Por ahora el esquema es: suba de impuestos para evitar un descalabro fiscal y poder redistribuir ingresos, estímulos al consumo, por ahora débiles, cepo al dólar para evitar devaluaciones bruscas, congelamiento de tarifas de servicios y de combustibles para tratar de controlar la inflación e ir disminuyendo el nivel de tasas de interés con el propósito de estimular el crédito al consumo. Por ahora, es lo que hay, y es claro, que resultan medidas insuficientes para reactivar la economía y que pueda sostenerse.
Programa sin equilibrio fiscal: Otro aspecto que quedó claro tras la exposición del ministro Guzmán, es que el Gobierno no tiene como objetivo un equilibrio en las cuentas públicas. Es decir, admitió que habrá déficit fiscal por lo menos hasta 2023.
No es prioridad el equilibrio fiscal, por lo tanto, la pregunta que surge es, ¿cómo se financiará el desequilibrio presupuestario?, ¿con emisión de moneda, con más impuestos?, emitir deuda, es muy complicado, por ahora emitir. En este contexto, no puede darse un proceso de inversión que contribuya al incremento de la capacidad productiva de la economía, porque no está claro cómo se equilibra la macroeconomía. Sólo puede aspirar a una reactivación débil. A esto se añade las declaraciones del presidente Fernández respecto relacionado con las ganancias en los balances de las empresas de servicios públicos. No es una buena señal para motorizar inversiones. Las empresas invierten para tener rentabilidad, independientemente del contexto.
No parece tan sencilla la reestructuración de la deuda: En la semana que pasó, hay algo que quedó claro. Y es que el proceso de reestructuración de la deuda será más complicado de lo que se suponía. Se sabe que el cronograma de vencimientos de deuda no puede cumplirse porque Argentina se quedó sin financiamiento externo. Esto implica que no se puede emitir deuda para pagar deuda. Y entonces, ¿cuál es el problema? En el caso de la deuda en pesos, el gobierno, venía de fracasar con el canje del bono Dual AF20 por cuatro opciones de otros bonos que en la práctica implicaban una quita del orden del 40% del capital. Por lo tanto, decidió mejorar la oferta el lunes pasado con tres títulos alternativos para refinanciar el bono Dual, pero tampoco tuvo aceptación. Ante este cuadro, le quedaron dos alternativas: emitía pesos para pagar el título, lo que alimenta la inflación, o postergaba unilateralmente el pago, provocando un incremento en la incertidumbre. Optó por lo segundo e hizo subir el riesgo país, es decir el nivel de desconfianza.
¿Alcanza para reconstruir confianza? Por ahora, con las medidas tomadas, no alcanza para recuperar confianza. El mercado está testeando, no tiene claro el programa económico que haga viable la reestructuración y logre disminuir el riesgo país. En este sentido, la incógnita es qué es primero: ¿efectuar una oferta de reestructuración sin claridad de un sendero macroeconómico? o ¿elaborar un programa económico que está condicionado a lo que ocurra con la deuda? Lo que no puede soslayarse es que si la economía no crece, cualquier nivel de deuda se hará insostenible.