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Inflación y desequilibrios macroeconómicos: una mirada estructural al caso argentino

La inflación es el reflejo de desequilibrios macroeconómicos. Es la evidencia de disfuncionalidades en la macroeconomía. Lo más frecuente es el desequilibrio fiscal. Si hay déficit en el sector público esto hace que se tenga que imprimir dinero para equilibrar las cuentas y, al incrementarse la oferta de dinero, se desvaloriza el precio del dinero, o lo que equivale a una suba de precios. Para comprar un mismo conjunto de bienes, hay que pagar más. Eso es la inflación.

De la convertibilidad al proceso inflacionario persistente

Desde la salida de la convertibilidad, la economía argentina empezó a evidenciar crecientes desequilibrios macroeconómicos que se fueron profundizando y, por ende, la inflación empezó a ser creciente. El peso perdió valor sistemáticamente y no se ordenó la macroeconomía.

Desde hace veinte años volvió a reinstalarse la inflación en la economía argentina. En realidad, se desequilibró antes de salir del esquema de convertibilidad y eso fue provocando un proceso inflacionario cada vez más severo. En el año 2023, la inflación minorista anual fue del 211%, el año pasado del 107% y es probable que este año la inflación se ubique alrededor del 30%.

Factores que permiten cierto optimismo

Si bien aún la inflación es muy alta, hay factores del actual contexto económico que alientan el optimismo. El principal es el equilibrio fiscal. Se logró reducir el gasto público —se puede debatir las formas y los rubros—, pero la economía empezó a reequilibrarse.

Otro factor que induce a pensar que habrá una desaceleración significativa de la inflación es el hecho de que se expande menos la oferta de dinero y empezaría a crecer la demanda de pesos, es decir, a equilibrarse el mercado monetario. También están en marcha una serie de reformas estructurales, como legislación laboral y tributaria, y el probable levantamiento del cepo a las empresas que, bien implementadas, pueden motorizar el nivel de actividad.

Con oferta monetaria estable, demanda creciente de pesos y recuperación del nivel de actividad, la inflación en los próximos años debería seguir disminuyendo.

Condicionantes y desafíos pendientes

Las perspectivas son optimistas, pero aún persisten fuertes condicionantes. La economía requiere mayor consistencia fiscal, destrabar la inversión, mejorar el acceso al crédito, bajar la carga fiscal, impulsar un programa de infraestructura que mejore la logística, generar incentivos para las economías regionales y diversificar los mercados de exportación, entre otras prioridades.

Un programa antiinflacionario requiere complementarse con un programa productivo de mediano y largo plazo. De lo contrario, reducir el déficit es sólo la condición necesaria, pero no suficiente, para un programa de estabilización y crecimiento.

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