El índice de inflación del mes de octubre en Argentina registró una desaceleración importante al situarse en el 2,7%. Este dato, aunque alentador en comparación con los meses previos, llega en un contexto de acumulado anual del 107% y una inflación interanual del 193%, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). A pesar de esta aparente mejora, la situación económica del país sigue siendo compleja, tal como lo explicó el economista Eduardo Robinson en una reciente entrevista con el programa Periodismo 360..»Lo importante no es solo el número, sino cómo este impacta en el bolsillo de las personas», afirmó Robinson, quien subrayó la necesidad de analizar las cifras desde una perspectiva más humana y social.
La inflación: ¿un alivio o un desafío persistente?
Aunque el índice de octubre marcó una tendencia descendente, Robinson señaló que la percepción de la población respecto a su situación económica no ha mejorado de manera significativa. «Muchas personas dicen: ‘Pero si la inflación baja, ¿por qué sigo pagando más?’. La respuesta es que la inflación desacelera, pero los precios siguen aumentando, aunque a un ritmo más lento», explicó. Esta paradoja genera una desconexión entre las cifras oficiales y la realidad cotidiana, en la que el poder adquisitivo continúa siendo una preocupación central.
En términos comparativos, Robinson utilizó una metáfora para explicar el fenómeno. «Es como bajar la velocidad de un auto en la ruta, de 150 km/h a 80 km/h. Aunque es un cambio, seguimos avanzando rápidamente hacia un problema mayor si no hacemos ajustes estructurales», sostuvo. Este comentario refleja que, si bien el 2,7% de octubre puede ser visto como un pequeño alivio, no es suficiente para revertir la crisis económica de fondo.
Comparaciones internacionales: el espejo de Brasil
Para dimensionar el problema inflacionario en Argentina, Robinson contrastó la situación del país con la de Brasil. «Mientras que nosotros celebramos una inflación mensual del 2,7%, Brasil proyecta una inflación anual de alrededor del 4% para 2024», señaló el economista. Este dato pone en perspectiva la magnitud del desafío argentino y la distancia que separa a la economía local de estándares más estables en la región.
Además, Robinson destacó que esta diferencia tiene implicaciones más allá de las cifras. «Una inflación baja genera confianza en los mercados, impulsa inversiones y, en última instancia, mejora el bienestar de la población. En Argentina, seguimos lidiando con temas que en otros países ya no son una preocupación, como la inflación y la volatilidad cambiaria», explicó. Según el experto, este contexto afecta la competitividad del país y su capacidad para atraer capital extranjero, elementos clave para un crecimiento económico sostenido.
Impacto social: pobreza e incertidumbre
Uno de los aspectos más preocupantes que mencionó Robinson fue el impacto social de la inflación en los sectores más vulnerables. Según el INDEC, los índices de pobreza e indigencia han alcanzado niveles alarmantes, con cifras que rondan el 40% y el 10%, respectivamente. Robinson afirmó que estos números «no solo son vergonzosos, sino que también representan una deuda histórica de los gobiernos con los sectores más postergados, como los niños y los adultos mayores».
En este sentido, el economista hizo un llamado a reflexionar sobre las prioridades políticas y económicas del país. «Los gobiernos tienen el poder necesario para gobernar, y eso incluye tomar decisiones que beneficien a toda la población, no solo a ciertos sectores», enfatizó. Asimismo, señaló que las políticas económicas deben enfocarse en reducir la pobreza y promover la inclusión social, objetivos que solo se pueden alcanzar con un plan económico claro y sostenido.
Las políticas del gobierno: ¿un rumbo definido?
Durante la entrevista, Robinson analizó las medidas adoptadas por el gobierno para enfrentar la inflación. Según el economista, las autoridades han priorizado dos objetivos principales: reducir el déficit fiscal y desregular la economía. «El gobierno está trabajando en estos ejes, pero la pregunta es si realmente están logrando domar la inflación. Por ahora, parece que no», afirmó.
Además, Robinson destacó que la incertidumbre persiste, tanto para las familias como para las empresas. «Es difícil planificar cuando no sabes cómo evolucionarán las tarifas de servicios públicos o los precios de bienes esenciales. Este escenario afecta tanto los presupuestos familiares como las decisiones de inversión de las empresas», explicó. En su opinión, la falta de previsibilidad económica es uno de los mayores obstáculos para el desarrollo del país.
La importancia de las inversiones y el empleo
Para Robinson, la inversión es la clave para superar la crisis económica y social que enfrenta Argentina. «La condición sine qua non para reducir la pobreza y generar empleo es atraer inversiones. Sin ellas, es imposible construir una economía sólida y sostenible», señaló. Sin embargo, enfatizó que esto requiere credibilidad en el rumbo económico, algo que, según él, aún no se ha logrado.
El economista también subrayó la necesidad de orientar los esfuerzos hacia sectores estratégicos, como la infraestructura y la educación. «Debemos dejar de hablar solo de inflación y dólar, y empezar a enfocarnos en cómo mejorar nuestra competitividad como país. Esto incluye invertir en áreas que generen un impacto positivo a largo plazo», afirmó. Según Robinson, este cambio de enfoque es fundamental para construir un futuro más prometedor.
Un balance de 2024 y perspectivas para 2025
Al cierre de la entrevista, Robinson ofreció un balance del año 2024 y sus perspectivas para el próximo año. «Este ha sido un año muy difícil, con una inflación altísima y una economía en recesión. Sin embargo, hemos visto una desaceleración en los últimos meses, lo cual es un pequeño paso en la dirección correcta», comentó.
El economista expresó su esperanza de que la tendencia descendente en la inflación continúe en 2025, acompañada de una reactivación del crédito y un aumento en el consumo. «Si logramos consolidar esta estabilidad, podríamos empezar a hablar de un crecimiento más sostenido. Pero esto requiere un esfuerzo colectivo, no solo del gobierno, sino de todos los sectores de la sociedad», concluyó.